Toda existencia supone una salida de la nada, y algún día habrá de volver a esa nada. De manera que se puede definir la vida como lo que ocurre entre dos nadas. Pero los límites están conformados por vaguedades que permiten decir con claridad hacia arriba, hacia abajo, aquí, allá, adelante o atrás. Nadie ignora que un ser proviene de un erpermatozoide y un óvulo, pero ¿cuál es el estatus filosófico de esos dos objetos por separado? ¿Son semivivos? ¿Vivos en potencia? ¿Dos fuerzas complementarias, vivientes, pero que deben unirse para que exista otro ser vivo, el real, el verdadero?
[...] El esperma no es persona, ni lo es el óvulo, ni el embrión. La humanidad surge en el hombre no a partir de su forma (humana), sino de su relación (humana) con el mundo. El mero hecho de estar en el mundo no es suficiente; también están en el mundo las cucarachas. Hace falta una conexión, una relación interactiva, un lazo con la realidad tangible.
[...] La materia gris debe poder reaccionar a estímulos que se reducen a dos tipos: la capacidad de sentir placer y la posibilidad de experimentar dolor: la base del hedonismo. Científicamente, esta posibilidad anatómica se sitúa en la semana número veinticinco de la vida del feto. Ésa es la fecha en la que surge de la nada y entra en lo humano, a pesar de haber estado vivo desde el encuentro entre el espermatozoide y el óvulo.
Luego, y mucho más tarde, la humanidad de un individuo se define por la triple posibilidad conjunta de una conciencia de sí, una conciencia de los otros y una conciencia del mundo. [...] El que ignora quién es, quién es el otro y qué es el mundo, está fuera de la humanidad aunque esté vivo.
La fuerza de existir. Manifiesto hedonista - Michel Onfray
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