15 enero, 2010

¿Qué significa orientarse en el pensamiento? Kant

En referencia al texto ¿Qué significa orientarse en el pensamiento?, de Immanuel Kant.


Un Dios racional

Los seres humanos nos caracterizamos por tener, entre otras cosas, pensamiento, capacidad de pensar. Para orientarnos en este pensamiento nos basamos en lo que Immanuel Kant llama “la sana razón”, la razón pura. Debemos seguir un proceso para comprender el mundo. A partir del entendimiento, relacionamos los conceptos con objetos sensibles.

Como humanos somos seres finitos y existen unos límites en la razón humana, un punto de inflexión hasta el cual puede llegar nuestra capacidad de razonamiento como seres limitados. Es a partir de ese punto de inflexión que la experiencia no tiene valor alguno, ni los sentidos, ni la memoria, ni la ciencia, ni la misma razón especulativa. Ese algo que nos queda y nos empuja es plenamente subjetivo. Pero una vez llegamos a alcanzar la idea de todo lo suprasensible, no se debe caer en la exaltación, el delirio: la razón queda satisfecha, pero nace dentro de nosotros una curiosidad que debemos reconocer como tal que pretende demostrar la existencia de lo suprasensible. Hay que suponer la existencia de un ser supremo porque nos es necesario, ya que por nosotros mismos como finitos tenemos la necesidad de creer en lo infinito, que llegue ahí donde no llegamos nosotros.

Para apoyar su teoría, Kant nos expone la siguiente suposición: en el caso de que Dios se nos presentara físicamente rompería con las leyes de la naturaleza, pero suponiendo que pasara, hay que verificar, estar seguros de que es Dios. Pero no con las posibles similitudes entre tal aparición y la idea de Dios, sino que con sus contradicciones: nos daremos cuenta de que existe el hecho de que en nuestra idea de Dios es, por definición, infinito. Representándose perdería tal característica. No será Dios, será otra cosa. Dios no se puede tener como intuición sensible.

El uso de la razón

La razón se nos puede exigir según dos aspectos: el teórico y el práctico. El teórico es aquel que incluye los conceptos que no nos son vitales para nuestra felicidad, y que podemos elegir si juzgar o no. Si elegimos juzgar hay que tener presente que habrá que recurrir a la existencia de Dios. Luego se nos presenta el uso práctico, el cual no podemos ignorar: consiste en la preocupación de las leyes morales. Y la moralidad nos conduce hacia la felicidad. Existe una realidad objetiva como bien supremo.

Toda creencia es insuficiente. La creencia y el saber son opuestos. Si tenemos una creencia basada en hechos objetivos, a lo que se denominará opinión, puede convertirse en saber, completándola gradualmente con razones de peso de la misma naturaleza. La razón pone un límite a la creencia.

La razón pura, como medio subjetivo, debería tener muy presente las cosas que no sabemos, es decir, guiarnos por lo que no sabemos y no por lo que sabemos, ya que en la ignorancia no hay contradicción. Pero cuando no depende de nosotros juzgar o no, es necesario tener unas máximas que no sean contradictorias.

¿Qué es la razón? ¿Cómo orientarnos?

Kant invade el texto de metáforas para explicarnos la subjetividad de la razón. Es algo que proviene de uno mismo y no de los objetos. Define la razón pura como libertad. La razón humana es la libertad. La libertad de pensamiento permite que éste encuentre su límite y por tanto su propio orden, más que si te lo imponen o cohesiona la razón. Cuando se piensa hay un orden, tiene que haberlo. Es por ello que también dice el filósofo que no hay que dejarse llevar y caer en el delirio. Cierto es que será mejor llevar un mal orden que no llevarlo, pero únicamente con el bueno se puede llegar a la libertad, a la razón pura.

Usar el entendimiento y la razón pura significa entonces lo que comúnmente llamamos usar la cabeza, hasta donde nos permita nuestra humanidad limitada en tiempo, espacio y pensamiento. Aunque nos apagaran todas las luces, aunque estuviéramos perdidos, siempre nos quedará nuestra izquierda y derecha, dice Kant. Siempre habrá algo en nosotros que seguir, pero de manera ordenada y no intentando complicarlo saciando nuestra curiosidad (que por otra parte, es insaciable), demostrando la existencia de lo suprasensible.



Solveig Möller, diciembre 2009



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