25 noviembre, 2016

¿Tienen derechos los animales?

— ¡Eh, Francisca, ¿tú que crees?, ¿tienen derechos los animales? —dijo Lisa.

— Tú me estás tomando el pelo —rió Francisca—. Algunos no quieren admitir ni que las personas tenemos derechos, así que quién admitiría que los animales los tienen. Además, puedo imaginarme algún día de abogada en los tribunales defendiendo a un gato al que le han pisado la cola.

— ¿Y qué piensas de los niños? —añadió Marco—. ¿Tienen derechos?

— ¡Los niños! —rió Francisca de nuevo—. Están a medio camino entre las personas y los animales. Así es como piensan algunos.

— Los niños adquieren derechos cuando crecen —comentó Bernardo Bejarano.

— ¡Qué va! —dijo Marco—. Uno tiene derechos desde el momento en que nace. Tienes derecho a ser alimentado y vestido. Tienes derecho a la salud y a la educación. Tienes un montón de derechos desde que eres un chiquillo.

— Pero, ¿y los animales? —insistió Lisa—. ¿Tienen derecho a que no los maten y se los coman?

— Ellos tienen derecho a matarnos y comernos si nos atrapan —contestó Bernardo—, y nosotros tenemos derecho a matarlos y comerlos a ellos si los atrapamos.

— ¿Es lo mismo respecto de las personas? —Preguntó Harry— ¿Es precisamente el ser capaz de capturarlos lo que nos da derecho a matarlos? 

— Por supuesto —contestó Bernardo—. Y cuando esto ocurre lo llamamos guerra y eso está permitido.

Matthew Lipman, Lisa

18 marzo, 2016

El sistema educativo

En esta maravillosa tarde de viernes donde se presenta una semana de vacaciones para todos los niños, me apetece compartir con ustedes algo que me corroe por dentro y, quizás, esta semana en familia es ideal para reflexionar sobre el tema.

Desgraciadamente el país donde vivimos está en decadencia en un gran abanico de aspectos que parecen no tener solución. Llama especialmente la atención la crisis económica, la falta de recursos destaca por la implicación directa que tiene sobre la supervivencia. Lamentablemente, la gran mayoría -especialmente, los que están ahí arriba- no son capaces de reorganizar prioridades y colocar en el número uno de la lista el mayor de nuestros problemas. Sí, señores, el más grande de todos: el sistema educativo.

Imaginemos un tablero de ajedrez. El objetivo del juego es sencillo: prevenir que maten a tu rey (y a ser posible matar al rey del contrario, pero eso lo dejaremos de lado para no hacer una metáfora manchada en sangre y venganzas). Si esas piezas fueran nuestra sociedad, ¿alguien se ha planteado quién es nuestro rey? ¿A quién hay que proteger por encima de todo? No señores, no es Felipe VI, actual rey de España, ni el presidente -del que, por cierto, carecemos-, ni ningún alto mando. Todos ellos deberían ser quienes estén al frente, defendiendo al verdadero rey. ¿Y quién es el rey? Los niños. Nuestros hijos. La sociedad del mañana.

Descuidando la educación de los niños, dejando de formar a las posibles promesas, al verdadero rey de nuestro país al que siempre hay que proteger, castigamos a nuestro país en todos los otros ámbitos. Ahora, la cuestión del problema es, ¿qué hay que hacer para mejorar nuestro desdichado sistema educativo? Para responder a la cuestión, en primer lugar debemos aclarar en qué consiste exactamente el sistema educativo. 

La función principal del sistema educativo consiste en enseñar valores, normas, conceptos, actitudes, situaciones. Ayudar a crecer. El problema, no obstante, no radica en cuál es la función de este, puesto que está bastante reconocida, sino más bien qué forma el sistema educativo. En "Gracias, Finlandia", el señor Melgarejo nos divide de manera tremendamente acertada el sistema educativo en tres subsistemas: el subsistema escolar, el subsistema sociocultural y el subsistema familiar. Los tres son pilares básicos, esenciales, para mantener un flujo positivo dentro de la totalidad del sistema educativo. El problema de nuestra sociedad es que este engranaje no funciona, y la causa principal es que dominan valores diferentes en cada uno de los subsistemas, de tal forma que no se crea una unanimidad entre ellos y se rompe el ciclo.

Otra causa, vinculada con la primera directamente, es la identificación directa del sistema educativo con el sistema escolar, excluyendo a los otros dos. Concebir el subsistema familiar fuera del sistema educativo provoca automáticamente que se deje de responsabilizar de la función educativa que debería tener.

Yo lo veo, cada día. Los colegios reciben decenas de quejas de padres, unos pecan de exigentes, otros de permisivos, otros no se preocupan si quiera por la evolución educativa que sus hijos están teniendo. Desde luego, en los colegios hay un problema, en la mayoría de ellos. No uno, sino muchos. Aunque quizás el principal problema es la falta de calidad entre el profesorado, la falta de motivación y de pasión por el oficio. Aunque, si somos sinceros y realistas, esta desmotivación viene impuesta por la propia sociedad: ser profesor debería ser considerado una profesión de prestigio. Como lo puede ser un médico o un abogado. Y hoy en día CUALQUIERA se ve preparado para ser un profesor. Ahí, señores, hay un grave problema.

La cuestión es: los colegios no son el único problema. A pesar de la mala calidad de la educación en los colegios de este estado, ese es solo uno de los tres pilares del sistema educativo, por lo que no provocaría que la situación fuera tan grave si nos apoyáramos en los otros dos. El motivo por el cual no hay manera de arreglarlo, es probablemente porque falla otro: el subsistema familiar. Lamentablemente, no soy nadie para decir cómo debería funcionar la educación de una familia ni qué valores debería tener. Pero la maravillosa diversidad que vive nuestro país es una de las principales diferencias con las grandes potencias educadoras como Finlandia o Japón donde, a pesar de muchas diferencias entre ciudadanos, en su mayoría coinciden en los valores más fundamentales. Estos valores, adquiridos en el hogar, se transmiten de unos a otros y, sin encontrar bloqueos, crecen, evolucionan y se materializan en las personitas que van llegando año tras año.

Igual que no podemos plantar un olivo en Finlandia, no podemos traer su sistema educativo a nuestro país. Jamás hará raíz. Organicemos nuestras cabezas, nuestras casas, nuestros hogares, conozcámonos, busquemos un vínculo, aquello que nos une a todos dentro del mismo territorio más allá de los pasaportes. Cuáles son nuestros verdaderos principios y valores. Los colegios, academias, idiomas, matemáticas, universidades... todo eso ya vendrá después. Por ahora, hay que pensar una estrategia para defender a nuestro rey.

Solveig Möller


03 diciembre, 2015

幸せ

幸せのドアが一つ閉まったとき、もう一つ別のドアが開く。
しかし、たいていの人は閉まったドアを見ている。
だから開いているドアが見えないのだ。

-- ヘレン・ケラー

05 septiembre, 2015

"La mayor parte de los hombres no quieren nadar antes de saber"

Vea: "La mayor parte de los hombres no quieren nadar antes de saber". ¿No es esto espiritual? ¡No quieren nadar, naturalmente! Han nacido para la tierra, no para el agua. Y, naturalmente, no quieren pensar; como que han sido creados para la vida, ¡no para pensar! Claro, y el que piensa, el que hace del pensar lo principal, ése podrá acaso llegar muy lejos en esto; pero ése precisamente ha confundido la tierra con el agua, y un día u otro se ahogará.

Herman Hesse
El lobo estepario.

20 mayo, 2015

Vous désirez?

Je vais vous raconter une histoire pour commencer, une histoire que j'invente, ou plutôt une anecdote. On peut choisir le nom de Paul. Disons que Paul est dans la rue avec sa mère en fin de journée. Paul dit: "Maman, j'ai besoin de faire pipi". Sa mère lui répond: "Bon, on va entrer dans un café". Paul part aux toilettes, sa mère s'assied parce que quand on va dans un café quelques fois, on se fait renvoyer si on va faire pipi sans prendre une consommation. La mère de Paul s'assied, le serveur vient et lui dit: "désirez?". La mère de Paul dit "un café". On lui apporte le café, Paul sort des toilettes, rejoint sa mère et il dit: "Oh moi je voudrais un coca". Sa mère lui dit qu'elle n'aime pas trop qu'il boive toutes ces choses sucrées, ce n'est pas bon. "Oui mais j'ai envie". Paul est un bon garçon, il n'y a rien à lui reprocher. Sa mère cède: "D'accord, mais une toute petite bouteille", celle qu'on ne trouve pas partout d'ailleurs mais dans ce café il y en a. On apporte le coca, Paul le boit. Pendant ce temps il regarde plus loin dans le café, il y a deux copines qui se parlent. Ol trouve une des filles assez jolie, elle sent que Paul la regarde et tourne la tête, elle le regarde aussi gentiment. C'est tout. La mère de Paul dit qu'il faut y aller, ils sortent. C'est la fin de la journée, c'est l'hiver, imaginons qu'on n'est pas dans une grande ville, les lumières n'empêchent pas de voir le ciel, c'est un beau ciel très éloigné. Paul regarde le ciel, je ne peux même pas dire qu'il pense, il a une sorte de sentiment face à ce grand ciel et ses étoiles. Ce sentiment qu'il a eu en regardant la fille qui lui plaisait bien. Et voilà l'histoire est finie, c'est tout. Il rentre à la maison. Je ne sais rien de la suite, je n'ai pas dit qu'ils se sont mariés, qu'ils ont vécu heureux avec beaucoup d'enfants, ni que Paul est monté vers les étoiles, s'il était devenu cosmonaute.
Ce que je voulais mettre en histoire, ce que je veux essayer de vous faire entendre c'est la différence entre des états comme avoir besoin, avoir envie du coca, vouloir et désirer. Cela touche à quelque chose de très important parce que tout le temps, tous les jours, peut-être presque toute la journée, nous avons des besoins, des envies, des désirs, nous attendons quelque chose, nous voudrions quelque chose, nous espérons quelque chose. Nous sommes aussi souvent déçus quand nous n'avons pas eu ce que nous attendions, espérions. Néanmoins, malgré cette succession interminable d'attentes, d'envies, de désirs et de déceptions, nous continuons. D'une certaine façon, on peut dire que vivre, c'est ça. Quelqu'un qui n'attend plus rien, qui n'a plus envie de rien, il arrête de vivre.

Jean-Luc Nancy
Vous désirez? - Les petites conférences

07 agosto, 2014

El viento Matteo

- Nunca habíamos oído a Matteo tan inspirado - decía-. Seamos sinceros, por lo general, cuando cataba en el bosque, se oían unos efectos sonoros malísimos. Ni que decir tiene que a los lugareños les encantaba, pero a aquello no se le podía llamar música. Es inútil, para ser un verdadero artista es preciso estar de mal humor. Y Matteo antes estaba demasiado satisfecho consigo mismo, siempre estaba muy contento y seguro de sí. Sólo aquel día, después de haber perdido la batalla, lo encontré realmente magnífico. Allí no había follajes de árboles para hacer los matices y los suspiros, desde el punto de vista acústico, esas quebradas son nefastas. Si la música no es auténtica, no sale absolutamente nada, no hay trucos que valgan. Y sin embargo, Matteo cantó unas canciones preciosas hasta la mañana siguiente, acompañadas tan solo por el susurro de los desprendimientos de tierra. El único que lo escuchaba era yo; se le notaba realmente desesperado. No, no lloré, porque en una araña hubiera quedado ridículo, pero os aseguro que cualquier otro en mi lugar, cualquier otro...

El secreto del bosque viejo
Dino Buzzati

14 julio, 2014

Caballo blanco no es caballo

- "¿Un caballo blanco no es un caballo" es lógicamente admisible?
- Sí.
- ¿De qué manera?
- "Caballo" es lo que nos permite nombrar la forma, "blanco" es lo que nos permite nombrar el color. Nombrar el color no es nombrar la forma. Por eso digo: "Caballo blanco no es caballo". (...)
- Objeción: Consideráis que un caballo que tiene un color no es un caballo. Sin embargo, en el universo entero no hay caballos sin color. ¿Puede admitirse que no haya caballos en el universo?
- Respuesta: Ciertamente, los caballos tienen color, por eso hay caballos blancos. Suponiendo que los caballos no tuvieran color y que sólo hubiera caballos a secas, ¿cómo se distinguiría un caballo blanco? Así, el blanco no es el caballo. "Caballo blanco" es la combinación de "caballo" y de "blanco". Por eso digo: "Caballo blanco no es caballo".

Cheng, A. 2002. Historia del pensamiento chino
Capítulo V: Discurso y lógica en los Reinos Combatientes.
Barcelona: Edicions Bellaterra. Pg 134.

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