L’antropòloga Adriana Kaplan, coordinadora del Grup Interdisciplinar per a la Prevenció i l’Estudi de les Pràctiques Tradicionals Perjudicials de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), critica les accions impulsades per acabar amb la mutilació genital femenina.
Segons l’ONU, més de 100 milions de dones han patit la mutilació genital a tot el món. Segons el Grup Interdisciplinar per a la Prevenció i l’Estudi de les Pràctiques Tradicionals Perjudicials de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), creat el 2003 per proposar alternatives a aquesta pràctica, a l’Estat espanyol són 5.000 les nenes que estan en risc de ser mutilades. Parlem amb la coordinadora d’aquest equip, l’antropòloga Adriana Kaplan, per conèixer en quin estat es troba la lluita contra l’ablació.
Canvia el significat de l’ablació segons el país on es practica?
L’ablació forma part d’un ritual d’iniciació a la vida adulta. Un ritual per formar part de la societat secreta de las dones. Consta de tres parts: una física, on es produeix la mutilació; una segona on es produeix la transmissió cultural; i la darrera, que dóna pertinença social. També s’apel·la a raons religioses, com és el cas de les musulmanes, però l’Islam no ho diu. O la creença segons la qual el clítoris pot créixer massa, que és una cosa que punxa, que molesta en les relaciones sexuals, que provoca la mort del nen al part, etc.
Tot i això, l’Organització Mundial de la Salut i l’UNICEF diuen que la pràctica de l’ablació ha disminuït. A què es deu?
No és del tot cert. S’han produït canvis tímids en alguns països, però en altres ha augmentat. El que passa és que l’ OMS ha donat molts diners a ONG’s “professionals de la subvenció”, que s’han muntat el quiosquet amb aquest tema perquè ven, però no han fet res, i ara no poden dir clarament que han fracassat i han malgastat els diners.
L’any 2005 el vostre equip va aconseguir que el govern de Gàmbia eliminés el veto que prohibia parlar de l’ablació i es va reobrir el diàleg per tractar-ne l’abolició. Com ho vau fer?
Nosaltres pretenem un canvi des del respecte, entenent la seva cultura. Per això la vice-presidenta de Gàmbia estava tan encantada amb el projecte. “Vostè ha vist amb ulls africans”, em deia. La nostra proposta alternativa permet seguir mantenint el significat del ritual, però sense la mutilació. El govern de Gàmbia ha donat la benvinguda a aquest projecte, perquè estem invertint en el país, deixem el coneixement en la seva gent i sense que els costi res.
La vierge corrigeant l’Enfant Jésus devant trois témoins, 1926.
Huile sur toile.
En la imagen vemos cinco personajes junto con una escena principal. Como nos indica el título, en ella se encuentra la virgen María castigando al niño Jesús. Detrás a la izquierda se encuentran tres testigos de la escena: el líder del surrealismo, André Breton, junto con Paul Eluard, otro gran poeta y de gran rango en dicho movimiento, y finalmente al Max Ernst mirando a través de la ventana la escena descrita anteriormente.
Lo más chocante en primera instancia es la lectura del título, junto con la temática que abarca. Es muy probable que de entrada no vemos a la virgen María representada en esa mujer si no hemos leído el título antes, ya que es una manera muy peculiar de retratarla. Vestida en rojo, con un pecho voluminoso, a la luz del Sol, agresiva, potente y dura. Viva y apasionada. Frente a la típica imagen de azul, dulce, suave, inocente, tímida, clásica. De la misma forma que ver al niño Jesús en tales condiciones, desnudo sobre sus rodillas, siendo azotado por ella, siendo castigado, des espaldas, desgraciado y con la aureola en el suelo, perdiendo en aquel momento su imagen más sagrada, no es usual. Y es que Ernst nos pone en una situación humana y real, en un mundo vivo, sin respetar la representación clásica, a dos personajes históricamente relacionados con lo divino, lo sagrado.
La relación de poder cambia. Tal y como destaca Foucault en sus obras, el poder no lo cede un individuo al soberano, no se le cede al divino por la humanidad, sino que es una relación de fuerzas, en las que el poder recae sobre todos y cada uno de los seres, nos reprime y a la vez nos potencia. Nos recuerda que a fin de cuentas se trata de un niño, que como puede serlo cualquiera, es castigado, desgraciado, desafortunado. Y no por ello él como ser también deja de tener la parte de poder que le pertoca. Cada uno tiene un poder sobre si mismo y luego, sobre los demás.
Aquí la lectura de Kant nos ilustra la importancia del individuo como humano, de la vulnerabilidad. El niño desnudo e indefenso frente a una madre, su superior, que le dicta y le ordena, y probablemente en consecuencia de no cumplir su cometido le castiga. El límite del individuo frente a su propia divinidad. Y ese límite lo convierte en humano. El ser humano como algo particular. La idea de lo débil y real de la vida de los seres destaca en la obra del filósofo, y la obra de Ernst nos devuelve esa idea de sujeto vulnerable que Kant repetía y repetía en sus escritos y en su pensamiento, así como la idea de que todos partimos de una misma base, y que nuestras inclinaciones y decisiones a lo largo de la vida vienen en función de nuestro entorno y sobretodo, de cuánto pongamos en práctica nuestra mente. Max Ernst critica como criticaba Kant, refiriéndome al acto de criticar en si.
Como defendía el mismo movimiento surrealista, llega un momento en que desaparece la sensación de las contradicciones posibles, en donde todo se confunde. Un momento en el que probablemente todo tenga un fondo, y seguramente muchos de esos fondos no seamos capaces de verlos jamás. No todo tiene su razonamiento lógico, no como mínimo teniendo presente la lógica humana que todos tenemos y conocemos (como destaca Kant, la lógica, razón humana, es limitada por el mero hecho de ser humanos). Un ser divino, sagrado, puede ser castigado, entonces. La virgen María puede ser corpulenta, puede ser dura, agresiva, excitante e incluso provocadora. Al hijo de Dios se le puede caer la aureola en sus momentos más débiles. Todo se confunde: los tres hombres tras la ventana que miran, pero no acaban de mirar, la mujer fuerte la representación de la cual siempre es más bien débil, el niño con aureola pero sin ella, espacios abiertos pero cerrados, un lugar alegremente iluminado en una escena cruel…
Provocador en la forma pero en el fondo respetando los dogmas cristianos, o a lo mejor no. No sabemos hasta qué punto Ernst quiere hacer una crítica de la imagen clásica que tenemos en la representación de la virgen María y el niño Jesús, o simplemente potencia los mismos escritos, donde siempre se ha reconocido la parte humana tanto de Jesús como de la virgen, y él nos representa esa parte de ellos. ¿Hasta qué punto pretende algo así? Puede llegarse a interpretar como una escena de alto contenido sexual, fetichista, donde un mirón observa al niño desnudo siendo azotado por una gran mujer. Como también es probable que se trate de un sueño que él tuviera una vez. Como también lo es que no sea ninguna de estas cosas.
Es aquí donde, remontándonos al origen del surrealismo e incluso del dadaísmo, llegamos a Freud, con la diferencia que él nos ofrece entre sentido manifiesto y sentido latente, la cual toma gran importancia en la interpretación de la obra de Ernst, como en muchas otras dentro del mismo movimiento surrealista y fuera de él. El sentido manifiesto, aparentemente incoherente presentando una historia narrativa, en este caso, lo que vemos: una mujer, con una aureola sobre la cabeza, con un niño sobre sus rodillas, un cielo azul, una ventana con tres hombres tras ella, un lugar con paredes sin techo, etcétera. El sentido latente hace referencia a lo que va más allá en la obra, lo que representa, lo que se puede interpretar, la huella que nos deja; en este caso, potencia la humanidad representada en lo relacionado con lo divino, la humildad, el intercambio de poderes entre los figurantes del cuadro… Un conjunto de contradicciones que se esfuman para finalmente dejarnos con una idea, un sentido, una huella en nuestra mente y en nuestro cuerpo tras haber visto la obra.
"Voy a asumir que los murciélagos tienen experiencia. Después de todo son mamíferos, y no hay más dudas sobre que ellos tienen experiencia de lo que la hay en el caso de ratones, palomas o ballenas... Los murciélagos, aunque más estrechamente relacionados con nosotros que esas otras especies, sin embargo tienen un tipo de actividad y un aparato sensorial tan diferente del nuestro que el problema que quiero exponer se hace especialmente vívido (aunque ciertamente también se presentaría respecto de otras especies)...
La esencia de creer que los murciélagos tienen experiencia radica en que hay algo que es como ser un murciélago. Actualmente sabemos que hay muchos murciélagos (el microchiroptera, para ser precisos) que perciben el mundo exterior principalmente mediante sónar o ecolocalización, esto es, detectando en un cierto rango de objetos el reflejo de sus propios chichidos de alta frecuencia, extremadamente rápidos y sutilmente modulados. Sus cerebros están diseñados para correlacionar los impulsos sónicos salientes con los subsecuentes ecos, y de este modo la información adquirida permite al murciélago realizar precisas determinaciones de distancia, tamaño, forma, movimiento y textura comparables a aquellas que logramos mediante la visión. Pero el sonar, aunque sea claramente una forma de percepción, no es parecido en su funcionamiento a ninguno de nuestros sentidos, y no hay razón alguna para suponer que es subjetivamente como ninguna cosa que podamos experimentar o imaginar. Esto parece que provoca dificultades en la noción de qué sería ser como un murciélago. Porque deberíamos pensar si hay algún método para extrapolar la vida interior del murciélago desde nuestro propio caso, y si no qué métodos alternativos podrían existir para entender qué es ser como un murciélago.
Nuestra experiencia propia nos proporciona el material básico de nuestra imaginación, cuya amplitud es por eso mismo limitada. No nos ayudará tratar de imaginar que tuviéramos membranas en nuestros brazos, con las cuales pudiéramos volar en la oscuridad cazando insectos con la boca... tampoco ayudará que nos imaginemos todo el día colgando de los pies cabeza abajo... Ésa no es la cuestión. Lo que yo quiero saber es cómo es para un murciélago ser un murciélago".
Cuestiones mortales - Thomas Nagel
[Gracias a la Introducción a los problemas de la filosofía... ¿podemos ponernos en la piel de un animal?]
¿Qué se puede decir de la identidad? ¿Dónde está? ¿Qué es? La paradoja de Teseo permite adedlantar una respuesta: los griegos conservan, con devoción, la nave de su heroe. Para reparar los daños del tiempo, los carpinteros marinos cambian un tablón, luego dos, luego tres, luego varios. Sin embargo, siguen venerando siempre la misma nave, aunque se haya cambiado hasta el último tablón de la embarcación original. ¿Cuándo dejó de ser lo que era? ¿Con el primer pedazo de madera nueva? ¿Con el segundo? ¿Con el último? ¿Justo en la mitad? [...] ¿Cuándo pierde su identidad?
Leibniz propone una fábula muy útil como respuesta: imagina el cerebro de un zapatero trasplantado al cuerpo de un rey, y viceversa. Después de la operación, ¿quién sabe arreglar zapatos? ¿El cuerpo del remendón con el encéfalo del soberano? ¿O la otra configuración? ¿Cuál puede, en teoría, ocuparse de los asuntos de Estado? ¿La carne del poderoso o la materia gris del viejo zapatero? ¿O a la inversa?
[...] Se impone una conclusión: somos nuestro cerebro. [...] Nuestro cerebro es el lugar de la memoria, las costumbres, los formateados neuronales durante la tierna infancia y la educación; contiene los hábitos, los recuerdos, los datos que permiten el reconocimiento de rostros y lugares; almacena todo, lo que evita que tengamos que aprender de nuevo, cada vez, la más nimia, trivial y elemental operación. En él se repliegan las huellas del tiempo individual y colectivo. Envuelve la lengua y la cultura. La totalidad de nuestro cuerpo, a fin de cuentas, se encuentra allí, encerrado, regido, vivido, contenido. El lugar de la identidad, el tópico fundamental del ser, es por lo tanto él. Lo demás le sigue.
La fuerza de existir. Manifiesto hedonista - Michel Onfray
Toda existencia supone una salida de la nada, y algún día habrá de volver a esa nada. De manera que se puede definir la vida como lo que ocurre entre dos nadas. Pero los límites están conformados por vaguedades que permiten decir con claridad hacia arriba, hacia abajo, aquí, allá, adelante o atrás. Nadie ignora que un ser proviene de un erpermatozoide y un óvulo, pero ¿cuál es el estatus filosófico de esos dos objetos por separado? ¿Son semivivos? ¿Vivos en potencia? ¿Dos fuerzas complementarias, vivientes, pero que deben unirse para que exista otro ser vivo, el real, el verdadero?
[...] El esperma no es persona, ni lo es el óvulo, ni el embrión. La humanidad surge en el hombre no a partir de su forma (humana), sino de su relación (humana) con el mundo. El mero hecho de estar en el mundo no es suficiente; también están en el mundo las cucarachas. Hace falta una conexión, una relación interactiva, un lazo con la realidad tangible.
[...] La materia gris debe poder reaccionar a estímulos que se reducen a dos tipos: la capacidad de sentir placer y la posibilidad de experimentar dolor: la base del hedonismo. Científicamente, esta posibilidad anatómica se sitúa en la semana número veinticinco de la vida del feto. Ésa es la fecha en la que surge de la nada y entra en lo humano, a pesar de haber estado vivo desde el encuentro entre el espermatozoide y el óvulo.
Luego, y mucho más tarde, la humanidad de un individuo se define por la triple posibilidad conjunta de una conciencia de sí, una conciencia de los otros y una conciencia del mundo. [...] El que ignora quién es, quién es el otro y qué es el mundo, está fuera de la humanidad aunque esté vivo.
La fuerza de existir. Manifiesto hedonista - Michel Onfray
"Un físico amigo mío me explicaba que si arrojaramos al espacio una bola del tamaño de la tierra, las posibilidades de que chocara con algo serian practicamente nulas para la eternidad. La aparente densidad de las estrellas es un engaño. El espacio está vacío. Con ese ejemplo quería que me extrañara menos la soledad de la gente aquí abajo, su aislamiento e incomunicación lacerantes. La densidad demográfica, pues, también resulta un engaño. Entre las personas hay tanto vacío como en su interior, donde la distancia entre un electrón y el núcleo de sus átomos es parecida, en términos proporcionales, a la que separa la Tierra y la Luna. Fundamentalmente, solo hay vacío. Y la especie solo tiene un recurso en forma de emoción para salvarlo: el amor."
P.C.- Para usted, ¿qué es el gusto?
M.D.- Una costumbre. La repetición de una cosa ya aceptada. Si se empieza de nuevo varias veces alguna cosa, se convierte en el gusto. Bueno o malo es lo mismo, es siempre gusto.
Conversaciones con Marcel Duchamp,
traducción de Jordi Marfá, Anagrama, Barcelona, 1984