Para los románticos, la realidad -en comparación con la existencia genuina- era insignificante e inmaterial. El origen del arte es la renunciación de la realidad, insistía uno de los precursores del romanticismo, Wilhelm Heinrich Wackenroder. O es la degradación o la negación de la realidad genuina, y la negación de su valor. “El romanticismo es el descontento con la realidad social”, según afirmaba Juliusz Kleiner; es el conflicto del hombre con el mundo. Lo que es más, el romanticismo significa alejarse de la realidad, especialmente de la realidad actual: volar hacia un mundo utópico y fantástico: volar hacia el reino de la ficción y de la ilusión.
Según las palabras de Adam Mickiewicz:
Déjame volar por encima de la tierra muerta hacia el reino celestial de la ilusión.
Según el romántico… lo más bello es lo que ya no existe; en una palabra, lo que ha de acontecer.
W. Tatarkiewicz, Historia de las seis ideas. 228
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