Las unía cierto lazo afectuoso y sutil, uno de esos vínculos que nacen a veces del encuentro de dos temperamentos a menudo enteramente distintos, uno de los cuales es más grave, más profundo y más puro qeu el otro, mientras que este otro, con sublime humildad y noble valoración de sí mismo, se somete amorosamente al primero, cuya superioridad reconoce y cuya amistad lleva encerrada en su corazón como don precioso. Es entonces cuando surge esa tierna y noble delicadeza en las relaciones entre tales caracteres: amor y condescendencia infinitos de una parte, amor y veneración de la otra, veneración que llega hasta el asombro, hasta el temor de perder la buena opinión de aquel a quien tanto se aprecia y hasta el ávido y celoso deseo de acercarse cada vez más, con cada paso, a su corazón.
Fiodor M. Dostoyevski, El pequeño héroe
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